Ese arlequín de porcelana triste:
niño cromático, carnavalesco,
de deshabitados faroles,
es silueta de luz que desdibuja
en resquicios avasallada.
Es aquella pirueta de mármol,
desvestida de risas;
necrópolis de mi mañana.
El ágil maromero de lo incierto,
guardián adusto de la pena,
del acosado y ausente retrato,
¡del payaso tirano en mi reflejo!
|