I
Cuando al fin leas mi carta habré emprendido el camino.
No sé si sea el destino, el que mi suerte reparta,
permíteme que comparta estas líneas de dolor
y es que abandona el amor cuando falta la verdad;
sea mi ausencia maldad, la despedida una flor.
II
Más allá de la ventana, en tardes que compartimos
quedará lo que vivimos, ahora memoria arcana;
en la frágil porcelana de aquel pobre corazón,
que ha perdido la razón entre dimes y diretes,
en la prisión y grilletes, donde ha faltado el perdón.
III
Mas en mis letras confieso, que en mi pecho llevo atada,
tu cada dulce mirada y aquel sonreír travieso,
que terminaba en un beso, a la luz del nuevo día
y que de noche pedía el consumar nuestro amor,
impregnarme en el olor, de la sed que te tenía.
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