Palma y cocos tenía el fiel bohío
junto al tumbo sonoro de las olas
y las rocas de sombras otoñales
como ojera angelical
de nimbadas ausencias fantasmales.
A los lejos las aves en fugaces
figuras serpenteantes volanderas
cruzaban pintorescas con donaire
el cielo patriarcal
y batían sus alas cual banderas.
Palma y cocos tenía el fiel reflejo
del cielo tan orlado de gaviotas
y abajo en sus fatigas
plagadas las arenas de tortugas
le daban al cenit las nuevas notas.
Y una barca enclavada en la ensenada
sus velas las hinchaba contra el viento
y el capitán gritaba
con voces animadas y estentóreas
el ritmo y el fragor de la jornada.
Una paloma, con las alas rotas
corría por la playa
tal vez huyendo con fugaz espanto
de algún peligro
y en la ruta mendaz del sentimiento
a los lejos de cocos y de palmas
el ulular del viento
nos regaló su canto
y ante esa vastedad de los océanos
clavado el tiempo en la candente arena
rompió en la tarde su estrujado encanto.
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