Alcé la voz segura y altanera
en los campos de Dios más escondidos,
callé mis soledades
en la llanura tosca y soberana.
Pulí el resumen de mis tiempos idos
con mano temblorosa,
besé la sangre hermana
en la cumbre hermosa y placentera.
Y alcé la voz ambigua y soñadora
ante el ángel caído y deslumbrado
y fuese mi pasado
el dulce trepidar de cada hora.
Si tengo voz segura y altanera
en esta vida por demás menguada
y son todas mis horas
el réquiem y resumen de mi espera.
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