Si fueras un fantasma te diría
las cosas más absurdas de mi mente
y luego con honores dulcemente
tus auras con la frente tocaría.
Y digo yo, ¿poder… tal vez podría
tu figura incorpórea… acremente
mañana renacer de aquella fuente
que tu sombra y tu fuego lavaría?
No eres fantasma ni tampoco sombra
y menos transparencia peregrina
que flota en desazón tal vez suprema.
Eres la amada que mi boca nombra
eres también la luz más cristalina…
la suave rosa azul de este poema.
|