Sembré un jardín de amores y premuras
en el solar divino de mi huerto
y en las sombras furtivas del desierto
creciéronle al jardín ciertas dulzuras.
Eran sus flores llenas de ternuras
y su portón estaba siempre abierto,
por eso cada vez que yo despierto
resiembro ese jardín con mil lisuras.
No sepultes en el huerto tus tristezas,
hoy no dejes crecer tus decepciones
ni abones con dolor tus derroteros.
Si la herida se cura con ternezas
y puedes manejar tus emociones
a dulce te sabrán los limoneros.
|