Yo quiero engalanar audaz tu fiesta
de amores blancos, puros y encendidos,
para brindarte mi pasión en esta
pesada soledad de mis sentidos.
Así escucharé el fiel torrente
del llanto matinal de tus angustias
que lavará mis manos y mi frente
de cardos y de flores siempre mustias.
Besaré tus mejillas y tus hombros
en la vaga penumbra del hastío
dejando en el rincón de los escombros
la negra noche en que sentimos frío.
Se esfumará la turbia polvareda
en el perfil tan nuevo y rozagante
y surgirás sutil en la vereda…
pulidas tus aristas de diamante.
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