Tu voz me conmueve el alma
cuando me hablas muy presurosa
con voz tan firme y tu simple dejo.
Te veo dos veces como princesa
que se duplica ante mis ojos
cuando caminas frente al espejo.
Y cuando callas de madrugadas
ante la almohada que nos separa
tengo entre nosotros un precipicio.
Es nuestro idilio una pelota
que va y viene y cae en las redes
y a veces pega en el frontispicio.
En las mañanas muy cadenciosa
sirves café de dos aromas,
uno que tomas tú, muy deliciosa
y otro sabroso que está en tu boca.
|