Yo supe bien rendir mis emociones
en la pradera azul del sentimiento
y ser el nuevo dueño
de mis leves noches
y del rincón mendaz del pensamiento.
Y supe bien rendir así a la historia
la íntima tristeza,
las cosas negras que nos da la vida…
las trampas del destino
y las flores cargadas de belleza.
Y supe bien acariciar la cuesta
con emociones del vergel florido,
y muy a tiempo terminar la fiesta
con sus granos de miel
y regresar entonces a transformar el nido.
Yo supe cantarle a la tristeza
las notas más perennes del silencio
medir los corazones
con noble aventura y mi entereza
gocé ante diversas emociones.
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