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Tengo miedo a las sombras sepulcrales,
al golpe de un castigo,
a los vivos, al árbol fenecido,
a torvos animales
y a todo lo que tuve por fingido
en aras de mis gozos materiales.
No temí a los tiempos zodiacales
ni al filo de las horas,
ni al frágil deshonor que es tan temido.
No puedo sucumbir en lo aprendido
en tardes siempre solas
con todas las mujeres
a nombre de mis penas capitales.
Temer es condición pura y devota
de damas y de hombres de linaje,
de pobres y mendigos.
Se enciende presuroso el maridaje
del celo mal tenido
rasgando los abrigos
de un frío sepulcral del alma rota.
Al temer precisamos siempre gota a gota
las aguas redimidas del paisaje
y luego bien nos damos
a los tiempos del pesaroso juego
sin alma y sin bagaje
en donde mal bordamos
los trazos del azar y del linaje.
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