El viento de hoy perfumó
los aleros de mis sombras
y peinó de humedad
al huerto y a la hojarasca.
Con su suave ulular
ayer cantó a mi infancia
y empapó mis ropas
de lluvia y su fragancia.
Hoy llevo al viento
en mis galvanizados huesos
y en los quebrantos del alma.
Corro a su encuentro
y lo abrazo en mis fantasías
y cuando traspasa los abismos
de mi cuerpo, floto en él
como hoja y sin lamento.
Es el viento de ahora como
una mujer doliente y eterna
o como un supremo ruiseñor
y como una celosía
de todo el universo.
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