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Hoy con versos profanos
y con la voz por siempre desatada
a la natura canto la delicia
del nuevo amanecer
en el coto de todos mis hermanos.
Luego, amo a la vida
que a todos nos regala sus caricias,
el toque de sus vuelos
y el orto siempre azul de sus mañanas
con nubes encendidas.
Elogio ver al sol y a su horizonte,
el paso de las horas
que me sedujo siempre entre sus prisas
del vaporoso ayer
en una vida rumbosa… sin amarras.
También vivo asaz agradecido
de algunas negras sombras…
que me enseñaran a emprender la vida
y un algo sensitivo
ante el azahar que espero todavía.
A la vida yo canto sus albricias
y luego sus dolores,
que son de aquellos días las penumbras
del todo necesarias
para sentir el paso de las cuitas.
Doy gracias por las flores,
por la lunas de púrpura florida,
el vuelo de las aves,
y desde luego lo que tú ya sabes
del alma y su partida.
Lloraré por el tigre y su porfía,
por la celeste estrella
y el baile sideral de nuevos mundos,
por la vida universal
de una nueva y humana geometría.
Camino con mi suerte y la franquicia
de un justo reciclar
de estos mis huesos en la tierra amada,
abiertos a la aurora
al convertirse en polvo sin malicia.
Enjugaré mi llanto en las tormentas,
en la palmera altiva,
en el niño por todos secuestrado...
para reir después
al reencontrar la selva su belleza.
Me embriagaré de formas muy hermosas
en la virtud sumisa
de los años que van ya de salida
para endulzar mis ojos
en la urdimbre fugaz y diamantina.
Un día muy desolado y no lejano…
descansarán mis manos
polvosas por lo seco de la fosa
y en esa mi partida
me asiré a las cosas de la vida.
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