El viento te besó furtivamente
en fe convulsa de tu amor bendito,
pero así pusiste en la casta frente
todo el perfume de mi ser contrito.
Y fue del aire clamorosamente
sonoro y perspicaz cual suave grito,
la paz difusa que serenamente
endulza el corazón tal vez marchito.
Luego peinada por el suave viento
voló tu cabellera perfumada
junto a la bruma de mis pobres ojos.
De tu boca brotó el sentimiento
que llenase la luz de tu mirada
y en el cosmos tus límpidos manojos.
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