El gris de media tarde
se llevanta erguido,
la lluvia se desliza
como describiendo besos,
el mar se torna serio y atrevido,
y el sauce canta sus canciones
de todos los días...
Un recuerdo de matices aztecas
se hace presente,
añorando otros recuerdos que
antes no existían,
abanderando amores de singular belleza,
balanceando al viento
sus promesas de siempre...
Los perfiles del cielo
se tornan tremendamente acogedores.
La silueta de un duende se adormita,
y tu ríes con tus labios carnosos
y tu nariz pequeña,
queriendo aproximar tu cintura de niña,
a mis manos de volcan encendido.
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