Quitando espinas a la rosa,
cuanto mas me iba esmerando,
en llegar al fin del trabajo,
en vez de sentirme aliviada,
en cada una que quedaba,
mas y mas me iba pinchando.
Una tarde fructífera,
mi corazón ha sangrado,
de tanto leer y leer,
mis ojos se agotaron.
Fué cayendo la tarde,
y en cada estrofa leida,
un hierro sentí clavado,
leí sobre cuatro meses,
cuanto se habian hablado.
Y me fui dando cuenta,
que ni por equivocación,
un minuto en su corazón,
a mi me ha dedicado.
Estaba muy ocupado,
para mi no hay lugar,
yo soy solo eso,
un gran árbol marcado.
Marcado para talar,
árbol majestuoso, frondoso,
pero al fin y al cabo,
mi sombra no ha buscado.
No es de mi que ha deseado,
fuera su sombra silenciosa,
callo, trago saliva,
y dejo mi sentir guardado.
Sabiendo todo esto ahora,
no dejo de preguntarme,
¿conmigo no rie ni llora,
porque vino a visitarme?
Y fué cayendo la noche,
mente y cuerpo cansado,
deja de angustiarse,
poco a poco sosegado,
ve que pasa a su vera,
sabe que no es amado.
|