Hermosa dama,
de dorado reflejo,
cuya mirada,
es transparencia,
de la divina esencia,
del mar de los sueños,
callada es su ausencia.
Hondo pensamiento,
de un arduo deseo,
que evoca tristeza,
su imagen es verso,
de ardiente poema,
palabras sedientas,
quizas de otro tiempo.
Su rostro caricia,
el espacio del sueño,
y es la llama de vida,
su ondulado pelo.
Hermosa dama,
del dulce reflejo,
luz de la noche,
bajo el instante,
profundo del sueño.
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