Al contacto de tu cuerpo,
bebo un millón de sabores,
la tensión que me eriza,
y el amor que me recorre,
es lo primero que siente,
mi lengua en tus rincones.
Y acariciando tu piel,
por cuello y alrededores,
siento que la vida es bella,
con su gusto tan salobre.
Siento algo tan grande,
en tu vigorosidad de hombre,
cuando mi lengua acaricia,
la ereción de tus pezones,
llegando a ver, en tu cara,
cuando sigo acariciando,
del cielo, los santos goces.
Ya no puedo describir,
las hermosas sensaciones,
al derramarme tu sexo,
sus exquisitos sabores.
¡El sabor que da tu cuerpo
es el néctar de los dioses!
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