Su palpitar me revela
Hasta lo inaudible.
Y entre ráfagas de desatinos
La música orquestada y sigilosa
Corre parpadeante en las calles.
Es tan vívida su piel
Que en mi memoria
Se vuelve un asombro recurrente
Al acariciarla con las manos del deseo.
¡Ah esta agua del invierno!
¡Agua de lluvia sin cansancio!
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