Las olas del mar han aprendido a hablar
y susurran tu nombre cuando rompen
esquivan las rocas y van a parar
a un lugar oscuro y lúgubre
donde por si solas han de escapar
de maldiciones y males comunes.
Pupila que encandilas al mirón
que fulminas con tu osadía
deja de escupir carbón
en forma de agonía.
Deja de despedirte del perdón
y asume tu responsabilidad
que no es mas quien llora
si no quien menos ha de soñar.
Sílbale al arte que te mira
con brillantes y serrín
deja que la luna admire
tus deseos de ser feliz.
Curte tu cuerpo de vivencias
Y almacena todo cuanto veas
pues tranquila ten paciencia
serás amiga de quien en ti lo vea.
Fusila al deseo de libertad
y aquella que por si melosa
en ti misma se fijo
deja de oler las rosas
y huele de una vez a la razón
que de inocencia las cosas
pierden su propio tenor.
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