La vida está repleta de heridas
y estas curadas deben ser
hay algunas que perduran
y otras que curan sin querer.
Hay obstáculos que nos guían
o carteles que nos engañan
pero siempre hay viajeros en vía
que sin quererlo nos acompañan.
Todos cuando caminamos
y el silencio es nuestro vigía
chillamos entusiasmados
para encontrar a nuestro mesías
y a veces solo encontramos
la soledad y su sabiduría.
En cuanto menos luchamos
para conseguir aquello deseado
pero más duele la batalla
que aun habiéndola ganado
pierdes a tu alma querida
y es la herida que sin sangrar
duele más que la que un arma haría.
Es cuando morir en combate
no es opción sino salida
pues para que vivir enamorado
si careces de armonía
sabiendo que serás esclavo
de aquello por lo que has luchado.
Mil batallas tendré al día
y mi enemigo no serán ejércitos alanos
sino mi propia melancolía
de echar de menos aquello
que a mí me ha enamorado.
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