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Eran tus sueños
un torrente de energía,
ingeniosos en tu juego
de interminable curiosidad,
más allá de la pared del corredor
que aún conserva los ecos
de tu mirada inocente
sobre piezas desencajadas,
que fuiste colocando en tus dedos…
Cada imagen, una a una,
al son de una canción infantil,
has ido descubriendo
riñas, sonrisas y caricias,
palabras, enfados y censuras
alegría, amor filial y fraterno,
números, anagramas y sabores
y, casi sin darte cuenta,
las fronteras sin fronteras del universo.
Caminarás sin el apoyo
de aquellas paredes cálidas,
sin más sustento,
que un teclado y una red
que, de cuando en cuando,
te hagan llegar un beso.
Y, para cuando regreses,
a tu curiosidad le aguarda,
un abrigo para tus inviernos
una canción infantil, una mirada,
unas piezas encajadas,
y, caliente, sobre la mesa,
el plato del almuerzo.
De "El desván sin telarañas" - 2009
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