VII
“Discúlpame, no quería hacerlo”.
No querías,
pero lo has hecho.
De nada vale que te arrodilles
para pedir perdón
por tu incontrolable ego.
¿Falta de generosidad?
No, te sobra.
¿Sería, acaso, cobardía?
No, tampoco eso.
¡Demasiado villana esa palabra
y también el sentimiento!
Tal vez la inconsciencia
te ha llevado de la mano
por el camino infame
del reproche y…
Lo has hecho.
Ahora lo lamentas
y pides un perdón
que yo no tengo,
pues tampoco sé
si yo merezco perdón
por haber esperado
tu reverencia
en absoluto silencio.
Está claro, fue soberbia…
tuya y mía…
y sin perdón, por supuesto.
pues también yo soy,
ahora, soberbia,
al no querer concederlo.
De "EL DESVÁN SIN TELARAÑAS"
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