Gustaría en ostentar
lo que es capaz de lograr
esta ilusión por tu belleza,
pero mi erudición de ti
no es más que febril intimidad
guardada entre poemas.
Desde de que te aprecias tan distante,
como observando
desde tu palacio de fuego,
mis letras ya te son inalcanzables
y lucen desahuciadas.
Es mi escritura sombría,
sin suerte, ni fuerte,
sin facultades de olfato
y odiseas de tacto,
porque tú presencia
carece de aspecto,
de algún horario,
de luces, de cantos,
es tu silencio ahora tu apariencia,
tu manera de escuchar, tu forma de hablar.
Solo me tiene sin nuncio, tu osar decidido,
de olvido, de adiós, de hasta nunca.
Por eso, en mis instantes más extraños
transito una estrecha línea a la desolación
indagando el viaje ya sin retorno
a cualquier parte,
lejos, donde pueda olvidarte.
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