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yo de tu voz precipité un nido extensor, que llegaba a los confines
de un silencio aletargado y frágil, como lluvia de primavera
mil veces amanecí aquella mañana, caída de la noche
transité ciego y con paciencia las huellas, dejadas por el aire
descalza la luna presionaba los cerrojos oscuros, ya quedos
será la impulsiva sanguinidad de los labios, la que impulsa la sed
uncida al lunario fragmentado que tiernamente hace cosquillas
yo de tanto saber que caminabas para no volar apresurada
por los senderos de las calles donde se hallaba el polen
de las estrellas reunidas casi sin motivo, sólo pasabas
rozabas aquello que llaman viento huérfano y detenido
jardines detenidos a ver sus árboles pasear por las aceras
los esqueletos danzantes que muestran sus perfiles claros
la nada volviéndose todo al conjuro de una palabras
yo de caminar ya no sé nada, sino partir y llegar extraviado
horadar la paz triturando una piedra que parece un caballo
una esquina equidistante y oscura como un sombrero abierto
una luz en el recoveco de la impaciencia robada al destino
nada de gradas, le decía el sendero al rincón húmedo y alimonado
de caminar a cuestas y no sé nada y no quiero saber nada de vos
total, caminar es ir a algún lado y yo simplemente me quedo
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