de no decirlo me quedaría mudo y caminando y acaso
por su premura las palabras empezaran a gotear
sin darme cuenta, cuentan que del silencio, esa
estremecedora fábrica de sonoridades y pausas
boquiabierta caminaba la tarde por mis manos y yo
la miraba ensartarse en las colinas que se parecen
a los dedos inconclusos de todas las miradas
de apacentar las voces cada una de las sílabas
habría un campo inmenso poblado de lo tuyo
de cada uno de los intersticios de tu sombra
de ninguna de la imperfecta cadencia del aire
cada una de las manchas que hacen la ciudad
me hacen pensar que de no haber nacido aquí
podría mi alma vagar entre los ríos dormidos
de rodar como las piedras en las laderas ciegas
equilibrista ya, mojar mis manos en las lágrimas
emocionadas de la lluvia que viene en un abrazo
palpar cada rincón de su humedad virginal
de no ser transparente sería parte de ella
pero, caería hacia arriba sin dar cuenta a nadie
de lo que ocurre alrededor de ninguna parte
de hablar se me hará imprescindible tallar todos los rincones
donde luminosos los cuerpos de la noche resumaban
cada angulosidad poblada de raíces no geométricas
hacían orilla, puertos, besos de mariposas oscuras
en el perfil de las cosas que ya no existían, el cuerpo
los cuerpos sin tiempo, sin el algebra de las distancias
de no haber existido, mis manos, las habría inventado
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