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furia ciega que esconde la sed transitoria de tu voz
empuja un potro bermejo y pálido, pariente del fuego,
con palabras que suenan a lluvia de imprecisiones
estrellada su estela mengua su voz en un espejo opaco
escancia en pálido fulgor su ira transparente
sus dedos son un pálido arrebato de las ramas
su tacto una imposible caminata por los rincones
una caricia hecha a las peregrinas escaras de aire
dice que anda por doquier sin templar sus ecos
asperjando sus lágrimas de niebla en el amanecer
impaciente, no acorta ni siquiera el filo de un instante
repta, se expande, rasguña, al más leve estertor
monstruo diminuto que esclaviza los huesos delgados
esculpe sus pasiones e insufla las arterias rotas
exhala el frenesí por entre sus fauces ardientes
y deja por doquier una caricia azul parecida al cielo
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