cuando tomo tus senos en mis manos
–que maravillosa quebradura de lo hermoso–
mis dedos de sólo sentirlos reconocen tu sonrisa
y socavan la cálida piel donde te habito
y siento una curvatura que no es arco ni estrella
sino un bello vagar por tus pezones
aquellas jerberas de lo infinito, esas esferas
transformadas en río, esa fruta venida a más
cuando en tus senos mis manos se beben
todo cuanto queda de aquello que late
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