La voces del mal ya no se escuchan
los filosos puñales se han dormido
huyen furiosos los odios y rencores
escupiendo ahora destemplados gritos.
Las miserias se ocultan en las calles
que hoy se llenan de luces y colores
se refugian en los abismos del olvido
aquellas penas que siempre nos torturan.
Los ojos esta noche miran hacia el cielo
buscando la luz de una brillante estrella
se abre el corazón liberando la esperanza
para que ascienda como el canto de la tierra.
Ha llegado el tiempo de la divina magia
cuando se alivian nuestros eternos males
sólo se refleja la bondad que se desborda
en la tierna sonrisa que nos regala un niño.
Noche de amor que a nadie deja indiferente
todo cambia y una canción sube al infinito
tenemos los astros más cerca de las manos
para mirar el rostro de Dios por un instante.
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