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Se desbordan los ríos desde las nubes grises
a raudales caen inundando las ciudades
por las calles arrastran las fallecidas hojas
sin fúnebres cortejos ni deudos que las lloren.
Vuelan los pájaros errantes en bandadas
buscando en vano el refugio de sus nidos
destruidos por los vientos inclementes.
La tierra sedienta de los campos bebe el agua
para incubar el fruto que guardan las semillas
esperando la luz del sol, pacientemente
y ver crecer sus retoños de sonrisas verdes
sin embargo el frío madruga entre la escarcha
con encajes blancos cubre los árboles desnudos
en silencio abre mil surcos transparentes
y castiga sin piedad su corteza estremecida.
El tiempo redobla el compás de su marcha
con su voz de trueno me exige que lo siga
sin entender siquiera yo voy por el camino
con mis manos cansadas deshojando mi vida.
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