Enemigo invisible que devoras hoy mi vida
que desgarras sin piedad mis horas y mis días
eres como la fiera que ante nada se detiene
consumiendo cruelmente mi verdad.
Se desangran lentamente los recuerdos
por las heridas del ayer que se ha esfumado
mientras el alma de dolor estremecida
va perdiendo sus colores y su fe.
No hay luz en las ventanas del destino
ya no están las manos salvadoras
se durmieron las voces de los sueños
entre lágrimas callaron sus canciones.
Hoy se mueren una a una las estrellas
con la lluvia se apagó también el sol
pero un leño está encendido todavía
su calor me renueva la ilusión
aún no quiero morir … te lo suplico;
dame tiempo, un poco más.
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