Observo emocionado tu cuerpo muy hermoso
y entonces hoy comprendo recién al Creador:
Nos dió una compañera para que sea dichoso
nuestro duro destino de trabajo y sudor.
Eres, mujer hermosa, la dulce compañera,
eres la que transforma con todo tu esplendor
que nuestro otoño sea la eterna primavera
donde florezca siempre tu sonrisa y tu amor.
Tu cuerpo voluptuoso que cobija la vida
a veces es testigo de cruda y cruel traición,
deseo protegerte y curarte la herida,
quisiera que conmigo se cumpla tu ilusión.
Acércate a mi lado, no temas entregarme
lo que tanto deseas que saboree yo,
admiro tu belleza y nunca he de cansarme
de amar hasta el delirio lo que El Señor me dió.
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Maracaibo, 25/07/08
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