Te estuve yo abrazando apasionadamente,
mis brazos no soltaban tu cuerpo angelical,
tus labios me besaban muy amorosamente
mientras me sonreías con alegría total.
Mis labios muy traviesos hurgaron por tu cuello,
mis manos de improviso los fueron a ayudar,
mis ojos descubrieron debajo del cabello
un lunarcito hermoso queriéndose ocultar.
Lo capturé de pronto y lo llené de besos
mientras tú te sentías a punto de estallar;
amor, cuánto quisiera besarte hasta los huesos,
de pronto un lunarcito en ellos puedo hallar.
El lunarcito adorna tu cuello de gacela,
parece medallita con un toque de amor
que ha sido colocada en tu piel de canela
por unos angelitos, orfebres del Señor.
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Maracaibo, 29/08/05
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