Ya llevo diez años de estar prisionero
y no te imaginas las ganas que tengo
de amarte por siempre, ésto lo sostengo
porque en mí ha nacido un amor sincero.
Si acaso es perpetua mi injusta condena
sólo te suplico que vengas a verme
para que tú puedas muy cerca tenerme
y que tu presencia mitigue mi pena.
Yo no soy culpable de quererte tanto,
y si por quererte me mantienen preso,
sólo reconozco el robo de un beso,
de un beso escapado de tu cuerpo santo.
Si acaso me quieres como yo te quiero,
juro devolverte el beso robado
en esos tus labios de color rosado
y en ellos quedarme siempre prisionero.
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Maracaibo, 20/09/04
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