y
abre
la
lluvia
que
camina
rostro
a
b
a
j
o
en la espuma blanca
del acantilado.
En voces huecas
que muerden la rabia
y en sangre que bate
en boca de nada.
Y
queda
la
suerte
humillada
en el tiempo,
en heridas de sal
de sucio curtido
y lame...
en el escarpado arrecife
de los días sombríos,
la mueca de historia
de lo que hemos vivido.
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