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Se pierde en la soledad
el eco desconsolado
del que dejado de lado
por la mano del amor
no solo siente temor
y hasta dolor en sus huesos
sino que vive cual preso
de un ayer que ya murió
sin permitir que lo entierren
ni que le ofrezcan perdón
Se diluye entre los vientos
con la gramilla que sube
el aroma de otras nubes
donde supo descansar
en las agitadas tardes
de algún verano sediento
el corazón sin aliento
del que al correr sin parar
gasto promesas del tiempo
olvidando despertar
Tal vez cuando baje el sol
a dormirse en el ocaso
tome piadoso su brazo
de color le brinde un chal
y si aún queda algún resquicio
donde pueda hacer un nido
le ofrezca a ese pecho herido
la dulce oportunidad
de ver crecer rosas rojas
allí, donde había un erial
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