Cada día, al atardecer
comienza el sueño de cada noche
está oscurecido...
se acerca la hora
un metálico rugido
hace sonreír mi tejado
al mismo tiempo que comienza
el ballet miocárdico
pasan minutos
minutos-horas
minutos-siglos
horas
horas-eternas
y...
y no se oye su voz
reclamando mi presencia
con dulzura
ni con
ni sin
dulzura
no se oye nada
el puto despertador
me levanta de la silla-testigo
recordándome que comienza
una nueva mañana y,
que al atardecer
comenzará
el sueño
de cada noche.
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