Hago pan, me dice.
Y el pan brota
oloroso
de sus manos.
Ella habla y puedo verla
horneando las palabras.
Mientras dice pan, el hambre se apacigua
y el dios de las espigas
madruga en su mirada.
¡Tráe tu pan mujer
que quiero pintarlo de colores!
Será azul para los peces,
tendrá color de ámbar en mi boca
y blancura de azahar para una novia.
Ella hace pan.
Y su mundo sencillo
se prodiga.
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