Por domar tu corazón monte
a lomos de tu aire, abriendo
heridas donde brota sangre
en mi pecho se clavaron las
espinas de tus rosales.
Cuando tu no estas me
abrazo al fantasma de
mi melancolía que de
noche y de día me
persigue como una
sombra polcía.
Desde que te fuiste pocas
cosas llenan el pozo de mí
alegría devuelveme tu ropa
al cajón y a mis sábanas tu olor.
Otra vez esperando solo en
la noche, otra vez mirando por
la ventana, otra vez perdí mi
batalla por no estar a la altura
de esta dama.
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