Reconozco de tu alma sensitiva
los místicos dolores de pureza
y la presencia que de pronto reza
la llama azul… de lámpara votiva.
Sea entonces tu pasión, tan obsesiva
y tus mieles de mística tristeza
como el himno que canto a la franqueza
de tu divina imagen tan altiva.
Dame pues, tus eternos juramentos
y de tu boca la virtual caricia
dame si, tus minutos y tus horas.
El aliento que invita a la delicia,
regálame por siempre tus momentos…
el paraíso en donde siempre moras.
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