En la versátil vida cotidiana
de mi alma jamás acongojada
gozo el tiempo,
sentado en mi terraza
con sus jaulas de aves cantadoras,
su mecedora inquieta…
las flores tan lozanas
y el paso cadencioso de las horas.
Y mi gata me mira apasionada
con ojos verdes
su felina boca
sus orejas en punta
y sus bigotes grises.
El árbol de limones me depara
su sombra y sus aromas
mientras una avispa feroz
al mover mi mano
con su agudo aguijón ya me amenaza.
Se cuela entre las hojas
el aire y la distancia
que huele a yerba perfumada,
el brillo del sol con sus matices
borda en la fuente
siempre cantarina
sombras veloces y también
el vuelo de las tórtolas
con sus hermosas alas
y la caída de las hojas
hacia el suelo circunspecto.
Hoy me gusta la vida cotidiana
del patio de mi casa
y de sus tejas rojas,
del fugitivo canto
del lindo chiturí que luego anuncia
las notas del edén perdido.
No puedo concebir tanta alegría
por estas mis simplezas,
sin congojas, sin golpes, sin durezas
y sin tropiezos tan absurdos de la vida.
Quisiera regalar a la armonía
las cosas victoriosas de mi raza,
el toque del silencio
y la alegría de la carta azul
venida de lejos
con notas de amor y de esperanza.
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