Pensé que ya perdida en lo oscuro
del tiempo circunflejo de inocencia
sumábales por fin a tu conciencia
la biblia de mi amor… audaz e impuro.
Y supe oficiar en alto muro
al sentir de tus senos la turgencia,
de tus ojos la luz de tu presencia
y de tus labios el ardor más puro.
Y en esa oscuridad que solo angustia
a aquel amor si gime sin encanto
rendí mi corazón a tus perplejos
ojazos negros que me gustan tanto
y fue cayendo mi mirada mustia
ante tu faz de peregrinos dejos.
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