En el derroche de la noche bruna
del tiempo versallesco y escindido
mis caricias rendí
temblonas y escondidas
en el regazo de tu cruel olvido.
Y supe fustigar ese momento
mordiendo fuerte tus carnosos labios.
La niebla se perdió
en todos los dinteles
al transitar mis besos… tus vasallos.
He de probar la noche
de todos tus momentos,
la necia soledad
de tus caricias sordas
del trasunto final y sin testigos,
la manta temblorosa de tu abrigo
y el toque singular de tus secretos.
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