En el bosque de aves pesarosas
de aldeana simetría…
hoy, hallé las flores, hallé los trazos
de todas tus primicias
y también las abluciones cadenciosas
de un caminante ciego…
orientado del eco de tus risas.
En este bosque de rumores quietos
y de profanos frutos
encontré hoy la rueca de la vida,
el limbo de tu mano,
el suave palpitar de un embeleso
al continuar el trazo
y el recio caminar de tu sendero.
Sobre la luz del bosque y sus ocasos
con umbrosa suavidad
cayó el íntimo pesar… de un beso
de trepidar de ensueño.
Y quiso el éter plomizo de tus prisas,
aderezar el nido
con el santo murmullo de tu rezo.
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