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Las cosas soterradas y sin gracia
se pierden tristemente
en la lujuria ardiente de las horas
y escritas acremente
en tórrido festín se desvanecen.
Horrores de sadismo se estremecen
y danzan los temores
que carecen de aquella diplomacia
vestida sin aliño
cuando el cielo en sus tiempos se oscurece.
Las fieras su lirismo recrudecen
en campos de labranza
sin ver la miasma oscura de las causas
que a veces siniestradas
son el tótem de amargas alabanzas.
Pongo entonces las manos en la nada
en la mañana heroica
de la nueva y sutil aristocracia
por todos fustigada.
En las palmas de mi acre pesimismo
soy otra vez yo mismo
en campos sin honor ni democracia.
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