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¿De quién son esos versos portentosos:
del amor, la tristeza o del llanto?
Lo digo sin mentiras
yo escribo sin pensar y entre tanto
con penas y mis cuitas
esculpo mis poemas con el canto
y ensarto margaritas.
Llanto y tristeza siempre son sublimes
cuando el amor es broche que se cierra
acompasadamente,
como esa nota que el pesar reprime
y encierra en una poza.
Beber nostalgia en extranjera tierra
¿es fuente del dolor, acaso, dime?
El móvil del poeta es fulminante
como hermosa es la ausencia que aniquila
la luz del medio día
con el suave fulgor de una corola.
¿Irá el poeta en su camino errante
y sin melancolía
a pulir su destino cual diamante?
Cuánta congoja… cuantas azucenas
guardadas en el pecho y el vacío,
marchitas sin franquicia
y cuanta languidez escarnecida.
Cuanto dolor trastorna el desvarío
que en horas de delicia
navega a tiempo en fantasioso río.
El poeta traspone el sentimiento,
difunde su tristeza entre la bruma…
engarza sinfonías
camina el laberinto en paso lento
surgido de la nada.
Profana el corazón con rosas negras
y esconde en el rincón todas sus penas.
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