Como Afrodita sin luna
como serpiente sin río
Te fugaste de mis manos…
rendiste luego tu hechizo.
Fueron las garzas muy blancas
a colmar el caserío.
Las puertas siempre cerradas
para dos en equilibrio.
Pero supe mirar en tus senos
cómo se esconden los lirios.
Bebí en tus labios tan rojos
las horas de tanto frío.
Fue la luna de septiembre
como un encaje ceñido.
La paz de los horizontes
se cerraba como un libro.
Mientras la lluvia caía
y endulzaba el sacrificio.
La tibieza del momento
iba calmando mi frío.
Amanecimos los dos
rendidos en tu corpiño.
Tú como Venus sin luna…
yo, como un ángel dormido.
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