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Es el líder que lleva en sus entrañas
las campanas del tiempo,
el liquen de las horas,
la fértil soledad de las mañanas
en la calma perenne
de sus ojos de sombras hechiceras.
Emiliano Zapata está presente
en la campiña agreste,
como héroe perdurable en su blancura
y eterna simetría
pues sus ideales tienen la frescura
de la sesión plenaria...
de una Patria desolada y pura.
Su lucha como tea luminaria
abarca puntos fijos,
incendia campos y también refleja
candentes acertijos
de extensas propiedades y baldíos,
de pozas y de ríos.
Zapata es hoy el héroe entristecido,
el campesino puro,
el padre de la tierra en sus contornos.
Ayer rayo celeste,
vigilante de cuevas y de nidos,
hoy apóstol de enormes señoríos.
No morirá jamás el hombre puro
que escuda la campiña
con arpegios de glorias y de llanto.
Zapata es el santo...
de los nutrientes surcos,
la flor que no se seca
y el inmenso defensor de los de abajo.
Es un faro que enciende los ideales
que la injusticia esconde
a la verdad agraria
y envenena los nuevos manantiales.
Viva por piedad... Zapata
en los montes y en la hoguera,
en la tierra agreste que lo hermana,
en el sol, en la llanura
y sea su grito en la región más pura
salvación de la Patria Mexicana.
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