Jamás podrá saciar sus apetitos
el poeta rijoso y sin vallado
pues el hombre que vive desolado
no aguanta las pasiones ni los ritos.
Resuene la algarada entre los gritos,
con rumor y tal vez con cierto enfado.
Permanezca mi ser así callado
entre flautas, tambores y mil pitos.
Que del ruido mendaz y la armonía
de tanto batallar entre pasiones
vuelva a nacer mi paz y mi contento.
Espero del amor... la melodía,
de la limpia amistad... los corazones.
Que sea la paz eterna mi alimento.
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