Soy un enamorado del ritmo de las horas, de la cadencia del mundo y de las reglas humanas cabalmente cumplidas, pues hasta los más pequeños y humildes seres -como la hormigas y las abejas- para su progreso y evolución se someten a un indefectible orden en su pequeño y a la vez maravilloso universo, en donde se reparten sabiamente el trabajo y las obligaciones indispensables para la existencia feliz.
Me seduce la limpieza y el imaginar a las cosas siempre ubicadas en el sitio que les corresponde por su propia naturaleza. Ver colgada una toalla en el manubrio de una bicicleta o sobre una mesa, equivale a encontrar un traste de cocina dentro de un ropero o a una corbata colgada en la manija de la puerta del refrigerador. Del orden depende el éxito de la organización humana y el progreso de cualquier conglomerado.
El común de las gentes confunde la pobreza con la ineficacia.
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