Cayó la tarde mustia
en la cumbre estelar de la inconsciencia
nacida de la angustia
de real magnificencia
labrando en la puerta tu presencia.
Y en esos tus amores
de ángel primoroso y tan mundano
surgieron los sabores
de un cielo muy humano
como los dedos de tu linda mano.
Luego quiso el delirio
de ese nuevo y profundo sentimiento
vivir cual pobre lirio
en aras del aliento
que corre presuroso cual el viento.
Fue olvido y cataclismo
en que el cielo vistiera su negrura…
sutil como espejismo,
profundo como abismo
al coronar tu vida austera y pura.
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